Romanos 12:3-18
EL CELO DE LA HORMIGA
““Esfuércense, no sean perezosos y sirvan al Señor con corazón ferviente”.
Romanos 12:11
No se puede evitar que las hormigas hagan su trabajo. No importa cuántas veces barra la arena que han pasado a través de las grietas en su camino de entrada, pueden hacerlo de nuevo mañana, y al día siguiente, y al siguiente.
Las hormigas hallan su realización en el trabajo; todo lo que les importa es hacer aquello para lo cual Dios las creó. Pero Dios se preocupa por nosotros incluso más que por las hormigas. Y él nos equipa, como a ellas, para entregarnos a hacer con diligencia aquello para lo cual él nos ha creado: amarlo a él por encima de todo y a nuestro prójimo como a nosotros mismos.
Con la ayuda de Dios, podemos amar con sinceridad, como nos instruye Pablo. Podemos odiar lo que es malo; y aferrarnos a lo bueno. Podemos dedicarnos al amor fraternal y a ser celosos en nuestro fervor espiritual. La hospitalidad, la paciencia, el compartir con los demás, el vivir en armonía y otros rasgos positivos se consideran importantes para un cristiano que está tratando de servir al Señor.
Esta es una tarea difícil. Es un trabajo de tiempo completo. Pero los dones de Dios simplemente le darán batalla al descuido espiritual porque, como la hormiga, tendremos bastante que hacer desde la mañana hasta la noche. Y podemos volver a hacerlo el día siguiente y el siguiente.
Gracias, Señor, por equiparnos para hacer tu buena voluntad todo el día, y todos los días. En nombre de Cristo. Amén.