Génesis 4:1-8
PECADO A LA PUERTA
“…el pecado está esperando el momento de dominarte. Sin embargo, tú puedes dominarlo a él”.
Génesis 4:7
La ira es el primer pecado mortal registrado después del exilio de Adán y Eva del Jardín del Edén. Debido a que Dios aceptó el sacrificio de Abel, Caín se enojó y mató a su hermano. La ira y el asesinato han sido primos siniestros desde entonces. Cuando Caín se enojó, Dios le advirtió: “el pecado está esperando el momento de dominarte. Sin embargo, tú puedes dominarlo a él”. Pero Caín dejó que su ira lo dominara, y eso lo llevó al asesinato.
Aunque la ira no siempre conduce al asesinato, no obstante, es una emoción poderosa. Pocos de nosotros hemos escapado a los efectos destructivos de la ira en nuestro carácter. La ira muestra que el odio a Dios y al prójimo están estrechamente entrelazados.
“Si se enojan, no pequen”. Es más fácil decirlo que hacerlo, aunque es posible estar enojado y no pecar. Cuando nos enojamos, necesitamos pedirle ayuda a Dios para controlarnos. Caín rechazó la instrucción de Dios, abrió la puerta al pecado y mató a su hermano.
Todos los creyentes conocemos la verdad sobre los estragos de la ira. Pero también sabemos que, junto con nuestros otros pecados, nuestra ira fue crucificada en la muerte de Cristo en la cruz. Y sabemos que, con la ayuda de Cristo, podemos frenar y controlar nuestro enojo y buscar el bien de los demás y hasta podemos perdonarlos.
Señor, perdóname por dejar que la ira afecte mis acciones. Protégeme de prestar un punto de apoyo al diablo. Que tu amor llene mi vida, manteniendo la ira y el odio fuera. Amén.