Proverbios 13:1-25
AMOR QUE DISCIPLINA
“Quien no corrige a su hijo, no lo quiere; el que lo ama, lo corrige”. Proverbios 13:24
A primera vista, este pasaje parece una contradicción. Por lo general, no asociamos la corrección con el amor, pero la disciplina no es ausencia de amor y sí su prueba más elocuente. La disciplina no es un escarmiento ni un castigo, sino un acto responsable de amor. Los hijos necesitan tener límites claros y principios firmes. Necesitan distinguir entre lo recto y lo errado. Los padres no pueden premiar la desobediencia, ni ser tolerantes con el pecado de los hijos y omisos ante su rebeldía.
Quien se niega a disciplinar a su hijo no lo ama. El padre que ama al hijo con responsabilidad no vacila en disciplinarlo. La disciplina también requiere ser aplicada en el tiempo justo. Una planta tierna puede ser doblada fácilmente, pero después que crece, su tallo engruesa y se vuelve un árbol frondoso y difícil de ser doblado.
Tenemos que corregir a nuestros hijos desde una tierna edad. Necesitamos inculcar en ellos la verdad de Dios desde la infancia. Tenemos que enseñarles no el camino en que ellos quieren andar, sino el camino en el que deben andar. La orden de Dios es enseñarles el camino sirviéndoles de ejemplo. La ausencia de disciplina desemboca en insubordinación. la disciplina, aplicada con amor e integridad, produce frutos apacibles de justicia.
Dios, ayúdanos a ser padres sabios, que podamos instruir a nuestros hijos en tu Palabra, y corregirlos cuando sea necesario. Amén.