Deuteronomio 6.1-9
EL GRAN MANDAMIENTO
“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas”.
Deuteronomio 6:5
Este pasaje nos presenta el mandamiento más importante de la ley de Dios. Se trata de nuestro deber de amar a Dios con todo nuestro ser, sin reserva alguna. Este mandamiento es el resumen y el cumplimiento de la ley. Amar a Dios es el propósito principal del hombre. Fuimos criados y redimidos por Dios para disfrutar de una intimidad plena con él. Deleitarnos en él es la razón principal de nuestra vida. Disfrutar de las delicias de su comunión es nuestro placer más grande.
El texto bíblico es claro: “Él es el Señor tu Dios”. Su trascendencia no le impide estar cerca de nosotros. Su majestad no lo aleja de una relación estrecha con sus hijos. Amar a otros dioses es una ofensa a Dios. Dar culto a otros dioses es una rebelión contra él. Ser negligentes en nuestra comunión con él es una ingratitud inadmisible.
Pero ¿cómo debemos amar a Dios? El pasaje responde: “con todo tu corazón, con todas tus fuerzas y con toda tu mente”. No es suficiente amar a Dios. Es necesario amarlo con todo nuestro ser. Nuestra razón, nuestras emociones y nuestra voluntad deben estar envueltas en ese amor. Todo nuestro ser necesita entregarse en ese amor. Cuando amamos a Dios, nos amamos también a nosotros mismos y a nuestro prójimo. De ese amor fluyen todas las otras relaciones.
Padre, ayúdanos a poder amarte como tú nos ordenas, y a que toda nuestra vida pueda ser un ejemplo vivo de amor hacia Ti. Por Jesucristo, Amén.