Eclesiastés 5:8-20
AMOR AL DINERO
“El que ama el dinero, siempre quiere más; el que ama las riquezas, nunca cree tener bastante…”
Eclesiastés 5:10
El dinero es una bendición, pero el amor al dinero es la raíz de todos los males. El dinero ganado con trabajo honrado trae grandes beneficios, pero el dinero conquistado con triquiñuelas es pura maldición. Los que aman el dinero venden la conciencia para alcanzarlo. Aquellos que colocan el corazón en la riqueza se casan y separan por causa del dinero, se corrompen y son corrompidos por causa del vil metal, matan y mueren para acumular fortunas.
El problema no es tener dinero, sino que el dinero nos tenga a nosotros; no es poseer dinero, sino ser poseído por él; no es tener dinero en el banco, sino entronizarlo en el corazón. El dinero es un buen siervo, pero un pésimo patrón. Vivir bajo su yugo es una esclavitud muy pesada. Quienes aman el dinero sufren de un descontento crónico. Nunca están hartos.
Cuanto más tienen, más quieren tener. Y para tener más, no sienten vergüenza de quitar el pan de la boca del hambriento, el remedio del moribundo, o el techo de los que viven a la intemperie. El avaro es un egoísta incurable. Es una persona que solo piensa en su bienestar. Se siente el dueño del mundo, el centro del universo. ¡Ah, la riqueza es una burbuja de jabón, sólo vanidad! Tiene belleza, pero no consistencia. No puede ofrecer al hombre seguridad ni felicidad. ¡No ame el dinero!
Padre, reconocemos que todo lo que tenemos es gracias a ti. Examina nuestro corazón y quita todo egoísmo y avaricia. En el nombre de Jesús, Amén.