Salmo 27:1-14
QUÉ HACER EN EL DÍA DE LA ADVERSIDAD
“Cuando lleguen los días malos, el Señor me dará abrigo en su templo…¡Me pondrá a salvo sobre una roca!”. Salmo 27:5
El día de la adversidad nos llega a todos, grandes y pequeños. Es el día malo. El día en que los enemigos se levantan en nuestra contra. El día en que nos atrincheramos debido a los malhechores que nos quieren destruir. El día en que la guerra estalla contra nosotros nuestro cuerpo tiembla, los ojos se llenan de lágrimas, y el corazón desmaya.
Puede ser una enfermedad grave, un divorcio traumático, un problema financiero extremo, una decepción amorosa, una tentación irresistible, un luto doloroso. ¿Hacia dónde huir? ¿Dónde encontrar abrigo? David dice que en ese día Dios nos oculta en su pabellón. En lo más recóndito de su tabernáculo él nos acoge. En el día de la inundación, Dios nos coloca en una roca alta, lejos de la tempestad.
El día de la adversidad trae consigo luchas mayores a sus fuerzas. En ese día, su salud, su dinero, su familia y sus amigos no le pueden socorrer. Las olas pasan por encima de su cabeza y amagan con hacerle naufragar. Usted necesita un refugio seguro, un socorro urgente, una roca fuerte debajo de sus pies. Ese socorro está en el nombre del Señor. Solamente él puede extenderle la mano y darle liberación. ¡Corra ahora mismo a los brazos del Omnipotente y descanse debajo de sus alas!
Señor, recíbeme en tu regazo, y protégeme de todo mal. Por Jesús. Amen.