Salmo 127:1-5
SUS HIJOS SON HERENCIA DE DIOS
“Los hijos que nos nacen son ricas bendiciones del Señor”
Salmo 127:3
El mejor patrimonio que los padres tienen son sus hijos. Las personas valen más que las cosas, y los hijos vienen antes que las demás personas. Recibimos los hijos no como una conquista, sino como una herencia. Una herencia es algo que recibimos sin merecerlo. Es una dádiva. Nuestros hijos son un regalo de Dios, nuestro Padre, y, aun así, continúan perteneciéndole a él.
Debemos invertir en ellos y prepararlos para servir a Dios. Debemos educarlos para la gloria de Dios. Necesitamos amar a Dios e inculcarles ese mismo amor. Debemos andar en los caminos de Dios y plantar en ellos esos mismos principios. Debemos caminar con ellos, sirviéndoles de ejemplo, a fin de que jamás se aparten de los preceptos divinos. Necesitamos transmitir a nuestros hijos lo que recibimos de nuestros padres. Debemos enseñar lo que aprendemos. Enseñar con el ejemplo y después con la doctrina.
Nuestra vida necesita ser el ejemplo de nuestras palabras. Nuestros hijos deben ver en nosotros aquello que les hemos transmitido. Nuestras palabras susurran a sus oídos, pero nuestro ejemplo grita a sus corazones. Necesitamos amar a nuestros hijos al punto de establecerles límites. Necesitamos vigilar nuestras actitudes, a fin de no provocarlos a ira. Nuestro compromiso es criarlos en disciplina y amonestación del Señor.
Gracias, Señor, por el gran regalo que nos has dado en nuestros hijos. Ayúdanos a ser un buen hijo tuyo. En Jesús, Amén.