Daniel 3:1-30
EN EL HORNO CON JESÚS
“Pues yo veo cuatro hombres desatados, que caminan en medio del fuego sin que les pase nada”
Daniel 3:25
Los judíos fueron llevados cautivos a Babilonia, una tierra llena de paganismo e idolatría. Allí, en esa tierra de esclavitud, jóvenes judíos, temerosos de Dios, se resistieron a la orden de arrodillarse delante de los dioses de Babilonia y a adorar la imagen de oro que Nabucodonosor había erigido. Enfurecido, ese rey perverso y ególatra, mandó echar al horno de fuego a Mesac, Sadrac y Abed Nego, los jóvenes fieles al Dios de Israel.
El rey intentó disuadirlos diciendo que nadie podría librarlos de sus manos, más ellos respondieron que si Dios quería librarlos él tiene poder para hacerlo, pero si ellos tenían que sufrir el martirio, no se doblarían ante otros dioses. Ellos servían a Dios por quién él es, no por lo que él les da. Nabucodonosor mandó, entonces, a calentar siete veces más aquel horno y ordenó lanzarlos en él.
Mas el fuego ardiente apenas si quemó sus cuerdas. Cuando el rey, perplejo, se fijó en la escena, él vio cuatro hombres paseando dentro del horno sin ningún daño. El horno se convirtió en un jardín adornado de flores. En vez de estar ardiendo en llamas, estaban paseando libres, felices, en la compañía del Hijo de Dios pre-encarnado, el cuarto hombre. No debemos temer los hornos de la persecución. Jesús está con nosotros para librarnos del fuego.
Jesús, gracias por estar con nosotros en el horno de fuego de la persecución. Amén.