Deuteronomio 8:1-10
EL DESIERTO ES PARTE DEL PLAN DE DIOS
“Acuérdense de todo el camino que el Señor su Dios les hizo recorrer en el desierto…para humillarlos y ponerlos a prueba”Deuteronomio 8:2
El pueblo de Dios, recién liberado de la amarga esclavitud en Egipto, cruzó el mar Rojo en seco, y entró en el desierto. En el desierto, Dios humilló al pueblo para probarlo y saber lo que había en su corazón. El desierto no fue un accidente en el camino, sino parte de la agenda de Dios. En el desierto Dios nos prueba para aprobarnos. El desierto no es un lugar de exaltación, sino de humillación. No es el escenario de premiación sino de prueba. No es el ambiente propicio para estudiar nuestras virtudes, sino el lugar apropiado para que Dios pruebe nuestro corazón.
Cuando Dios nos lleva por el desierto es porque está empezando a trabajar en nosotros antes de trabajar a través de nosotros. En el desierto debemos aprender a depender de Dios antes que en los recursos de Dios. En el desierto Dios nos sustenta para que no perezcamos. En el desierto somos moldeados por Dios para convertirnos en instrumentos suyos. 
El desierto es la escuela superior del Espíritu Santo donde Dios entrena a sus líderes más importantes. Moisés, Elías y el propio Jesús pasaron por el desierto. Nosotros también pasaremos. Allí Dios escudriñará nuestro corazón y fortalecerá la musculatura de nuestra alma. Allí seremos humillados por la omnipotente mano divina, y de allí saldremos más humildes, más quebrantados, y más útiles para ser usados por Dios.
Señor, me pongo en tus manos para que tú escojas el mejor camino que me lleve a ser un siervo útil. Amén.