26 de noviembre del 2025
Mateo 23:37-39
¿CUÁNTAS VECES MÁS?
“¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste!”. Mateo 23:37
¿Alguna vez ha observado cómo una gallina protege a sus polluelos? Ante el menor indicio de peligro, lanza un fuerte cacareo, y los pequeños corren presurosos a esconderse bajo sus alas. Ella los cobija con firmeza y ternura. Pero si un polluelo ignora el llamado y se dispersa, queda vulnerable. La advertencia no es por capricho, sino por amor. Eso mismo expresa Jesús en su lamento sobre Jerusalén. Su corazón está quebrantado: “¡Cuántas veces quise!” —dice con dolor. El problema no fue su deseo de cuidar, sino la negativa del pueblo a buscar refugio en Él. La imagen no puede ser más clara: Dios no se desentiende de nuestro dolor ni del peligro que enfrentamos. Él extiende sus alas, nos llama a su protección. Pero, en nuestra autosuficiencia o indiferencia, muchas veces no escuchamos. Corremos en dirección opuesta, convencidos de que lo resolveremos por nuestra cuenta. ¿Y cuántas veces, al mirar atrás, no hemos dicho: “si tan solo hubiera acudido a Dios desde el principio…”? Aun así, el corazón de Jesús no se endurece. A pesar del rechazo, Él fue a la cruz con los brazos abiertos, como alas extendidas para cubrirnos. Allí, cargó con el peligro más profundo: nuestro pecado, nuestra muerte, nuestra separación eterna. Por su sacrificio, ahora siempre hay un lugar bajo sus alas para quien acuda a Él.
Señor Jesús, gracias por salvarnos para que podamos vivir contigo. Enséñanos a buscar refugio en ti y a vivir con fidelidad cada día. Amén.
Jesús dijo: “Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?” (Mateo 6:26). Además de muchas otras cosas de la creación, como las rocas, los árboles, el agua y las flores del campo, Jesús nos hace un llamado a prestar atención a las aves para reflexionar y comprender mejor el amor y el cuidado que Dios tiene por nosotros. Dios ha hecho de las aves una parte hermosa de su creación. También son símbolos y ejemplos de su gran historia de redención, recordándonos la presencia de Dios y la paz que nos trae. En su gracia, Dios nos habla a través de su maravillosa creación para que podamos participar plenamente en sus promesas.
Julia Prins Vanderveen
Trabaja y vive en Vancouver, Columbia Británica, con su esposo, Trevor, y sus tres hijos. Julia ha trabajado junto con su esposo pastoreando una iglesia en Vancouver. También es capellán y profesora de humanidades en la Escuela Cristiana de Vancouver.