Mateo 3:13-17
CIELOS ABIERTOS
“He aquí los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él”. Mateo 3:16
¿Recuerda algún otro pasaje de la Biblia donde aparezca una paloma? Uno de los más recordados es el de Noé. Después del diluvio, Noé envió una paloma desde el arca para saber si las aguas habían bajado. La primera vez, la paloma regresó sin nada. La segunda vez, volvió con una hoja de olivo en el pico (Génesis 8:11). Esa pequeña hoja verde era más que una señal botánica; era símbolo de esperanza, de un nuevo comienzo.
Muchos siglos después, en el río Jordán, cuando Jesús es bautizado por Juan, el Espíritu Santo desciende sobre Él “como paloma”. Esta imagen no es casualidad. Así como la paloma de Noé trajo una señal de vida y paz después del juicio del diluvio, ahora el Espíritu marca el inicio de una nueva creación en Cristo. Los cielos se abren, y Dios identifica a Jesús como su “Hijo amado”.
Este momento señala el comienzo de la obra pública de Jesús, y es una clara afirmación de que el Reino de Dios ha llegado. En Él, la humanidad tiene una nueva oportunidad. Jesús es el nuevo Adán, el verdadero Noé, el Siervo fiel por medio del cual Dios está restaurando todas las cosas. También hoy, cuando miramos a Cristo, el Espíritu nos apunta a un nuevo comienzo. Aunque haya caos, juicio o dolor en nuestra vida, Dios sigue abriendo los cielos. En Jesús, el shalom —esa armonía integral entre Dios, el ser humano, y la creación— comienza a restaurarse.
Señor Jesús, gracias por venir a darnos este nuevo comienzo con la restauración del mundo a tu imagen. Amén.