Efesios 5:1-10

UN ANDAR IGUAL AL DEL PADRE

“Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados. Y andad en amor, como también Cristo nos amó…”Efesios 5:1-2

En muchas familias, hay rasgos que se heredan de forma natural: una sonrisa parecida, una expresión familiar, un tono de voz que delata el parentesco. En la familia de Dios, hay también un rasgo inconfundible que nos identifica: el amor. No cualquier amor, sino uno que se sacrifica, se entrega y busca el bien del otro por encima del propio. Pablo nos recuerda que la única razón por la que estamos en esta familia es por el amor inagotable de Dios. No llegamos por méritos, ni por herencia biológica, sino por el amor inmerecido que Cristo nos mostró en la cruz. Ese amor es el que nos adoptó, nos transformó y nos dio un nuevo apellido: hijos amados. Y como hijos amados, se nos llama a andar en amor. Este llamado no es una carga legalista, sino una invitación a vivir de acuerdo con nuestra nueva identidad. El amor no es solo un mandato, es una prueba de ADN espiritual. Cuando amamos a los demás, estamos reflejando de quién somos hijos. Como dice 1 Juan 4:7-8, “el que ama, ha nacido de Dios y conoce a Dios”. Pero este amor no es sentimentalismo. Es un amor sacrificial, activo, costoso, como el de Cristo. Amar como Cristo amó implica a veces perdonar cuando duele, servir sin esperar reconocimiento, acompañar en silencio, o dar incluso cuando cuesta. Es vivir como Jesús vivió… y amar como Él amó.

Señor, llénanos de amor para servir a los demás con desinterés y permite que nuestra bondad ayude a transformar vidas y traerlas a Jesús. En su nombre te lo pedimos. Amén.