1 Juan 3:1-10
COLMADOS DE SU AMOR
“Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios…”1 Juan 3:1
¡Qué extravagante es el amor de Dios! Es abundancia que desborda, generosidad exagerada, casi escandalosa. Es el tipo de abundancia que parece demasiado… casi un derroche. Pero así es el amor del Padre: nos ha colmado con su amor. Un amor más grande que el de una madre por su hijo. Un amor que no llega a cuentagotas, sino como una lluvia constante, como un torrente que no se detiene. Es afecto y cuidado inagotable, derramado día tras día, incluso cuando no somos conscientes de ello.
Muchas veces somos como bebés, sin darnos cuenta de cuán cerca está Dios, de cuánto nos ama. Pero Él sigue ahí, colmándonos. No se cansa. No nos mide. No se limita. Ese amor no solo nos rodea… nos transforma. Cuando abrimos el corazón al amor de Dios, algo profundo sucede: somos renovados, recreados, regenerados. Pasamos de ser criaturas a ser hijos. Y esto es un regalo que solo Él puede dar.
Aunque no entendamos del todo ese amor —porque somos pecadores, porque a veces dudamos, porque no somos dignos— la Biblia nos asegura que podemos ser llamados hijos de Dios si recibimos a Jesús como nuestro Salvador (Juan 1:12). Ninguno de nosotros merece tanto. Y, sin embargo, Dios nos colma de su amor. Si no nos amara así, no podríamos ser sus hijos. ¡Esto es algo asombroso! Que el Creador del universo haya decidido amarnos de esa forma… y llamarnos suyos.
Dios y Padre, ayúdanos a comprender cuán grande es tu amor por nosotros. Gracias por amarnos primero y por hacernos tus hijos. En el nombre de Jesucristo oramos, Amén.