Lucas 15:11-20

EL PADRE PRÓDIGO

“Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó”. Lucas 15:20

Aunque este relato se conoce como la “parábola del hijo pródigo”, bien podría llamarse “La parábola del padre pródigo”. Tal vez al escuchar la palabra “pródigo” pienses en alguien rebelde, caprichoso o pecador. Pero en realidad, pródigo significa “derrochador, generoso, abundante”. Y aunque sí describe la vida desenfrenada del hijo menor, describe aún mejor el amor desbordante del padre. Esta parábola nos revela el carácter de nuestro Padre celestial, y cómo actúa su amor generoso en un mundo lleno de corazones extraviados. A lo largo de la historia, cada gesto del padre rompe las expectativas. No se enoja. No se venga. No cierra la puerta. Accede a la escandalosa petición del hijo menor, dándole su herencia antes de tiempo. Es un amor que, en su libertad, permite incluso la rebelión. Pero ese mismo amor espera sin reproches, abraza sin condiciones y celebra sin límites. Cuando el hijo regresa —sucio, arrepentido, sin nada que ofrecer— el padre corre hacia él, lo cubre de besos, le devuelve la dignidad, y organiza una fiesta en su honor. Así es el amor del Padre. Pródigo, sí. Pero en misericordia. Jesús contó esta parábola para que entendamos algo profundo: cuando un corazón se arrepiente y vuelve a casa, el cielo entero se alegra. Y el Padre, lejos de reprochar, celebra. ¿Has experimentado ese amor desbordante en tu vida?

Padre, perdónanos si nos hemos alejado de tu amor. Ayúdanos a encontrar el camino de vuelta a casa y recíbenos en tus brazos amorosos. En Jesús, Amén.