Romanos 8:18-30
LA GLORIA DE DIOS
“Considero que los sufrimientos del tiempo presente no son nada si los comparamos con la gloria que habremos de ver después”.Romanos 8:18
Un viejo amigo mío, muy comprometido en la fe, se estaba recuperando de un tratamiento de quimioterapia insoportable. Cuando lo visité, sonrió y bromeó mucho. Pero en un momento su rostro se puso serio y dijo: “Me gustaría vivir tanto tiempo como Dios me permita. Pero no tengo miedo de morir, porque conozco a Jesús”.
El dolor y el sufrimiento son parte de nuestra experiencia en un mundo caído. En lugar de pedir que desaparezca, el apóstol Pablo habla acerca de cómo vivir como cristiano en medio de estas realidades que él conocía personalmente. Él anima a los creyentes trayendo a su mente la indescriptible gloria que nos espera en el futuro. ¿Intenta el apóstol anestesiar con esto nuestros dolores en el presente? Por supuesto que no. Él no busca minimizar el dolor sino exaltar la gloria incomparable que Dios nos ha prometido.
Seremos glorificados juntamente con Cristo, y ya en el presente le glorificamos al padecer por él. ¿De qué manera? Amándole en cualquier circunstancia, confiando en su fidelidad, y aferrándonos a la paz de Dios a pesar de nuestro dolor y lucha. El Espíritu siempre nos ayuda, incluso si no sabemos qué hacer o cómo orar por nuestra situación. En tu sufrimiento recuerda que la gracia de Dios es real y que nada puede separarte de su amor en Cristo Jesús.
Padre nuestro, aliéntanos con tu Espíritu cuando atravesemos momentos difíciles. Incluso en nuestro sufrimiento, recuérdanos la gloria que nos has preparado en Cristo. En su nombre oramos, Amén.