Salmo 56:1-13
CÓMO AFRONTAR LA DUDA
"Cuando tengo miedo, confío en ti. Confío en Dios y alabo su palabra; confío en Dios y no tengo miedo". Salmo 56:3-4
La duda puede ser un enemigo silencioso. Se infiltra en nuestra mente en los momentos más vulnerables, susurrando preguntas que nos hacen tambalear: ¿Realmente Dios está conmigo? ¿Cumplirá sus promesas? En esos momentos, nuestra fe puede parecer débil, nublada por la incertidumbre. Pero hay una verdad que nos sostiene: Dios sigue siendo fiel, incluso cuando nuestra fe vacila.
Cuando la duda golpee, en lugar de alejarnos de Dios, debemos correr hacia Él. Derrama tu corazón en oración, exprésale con sinceridad tus temores y preguntas. No hay temor que Él no pueda calmar, ni incertidumbre que su verdad no pueda disipar. Su presencia nos llena de seguridad, consuelo y fortaleza para perseverar. Tener dudas no significa que hemos fracasado en la fe, sino que necesitamos depender más de Dios. Es en esos momentos de incertidumbre donde Él nos invita a conocerlo más profundamente y a confiar en su carácter inmutable.
Si las respuestas aún parecen lejanas, mira a tu alrededor. Dios ha sido fiel en la vida de otros, y lo será en la tuya también. Recuerda los testimonios de su fidelidad, los momentos en los que su amor te ha sostenido. Cuando el miedo intente paralizarte, deja que su Palabra sea tu ancla. Dios es el mismo ayer, hoy y siempre, y su amor infalible es suficiente para sostenernos.
Dios fiel, cuando tenga dudas, guíame para confiar en tus promesas. Aumenta mi fe y concédeme la fuerza para superar la incertidumbre y caminar en la verdad. En Jesús, Amén.