2 Timoteo 2:1-13
NUESTRO DIOS FIEL
"Si fuéremos infieles, él permanece fiel; Él no puede negarse a sí mismo".2 Timoteo 2:13
Si alguna vez has visitado un acuario con túneles de cristal, sabes lo impresionante que es caminar rodeado de peces y tiburones nadando a tu alrededor. ¿Te imaginas si la experiencia de los israelitas al atravesar el Mar Rojo fue algo similar? ¿Habrán visto peces nadando entre las paredes de agua a su lado? No lo sabemos con certeza, pero sí sabemos que, aunque era de noche, la luz de Dios los guiaba en cada paso (Éxodo 14).
Lo sorprendente es lo rápido que olvidaron ese milagro. Apenas unos días después, al no encontrar agua en el desierto, comenzaron a quejarse (Éxodo 15:22-16:3). Dios les proveyó todo lo que necesitaban—agua, maná, carne—pero su gratitud duró poco. A lo largo del Antiguo Testamento, vemos este patrón repetirse: el pueblo fallaba, pero Dios nunca dejaba de ser fiel.
Y lo mismo sigue siendo cierto hoy. Cuando Jesús vino, los descendientes de Israel seguían siendo el pueblo de Dios, no por su fidelidad, sino por la fidelidad de Dios. Él nunca abandona sus promesas. Aun cuando fallamos, cuando dudamos o nos alejamos, Él sigue ahí, esperándonos con gracia y amor inagotable. Lo vemos cuando, a pesar de nuestros errores, Dios sigue abriendo puertas y proveyendo lo que necesitamos en el momento justo. Lo experimentamos cuando, en medio de la angustia, nos da paz, nos fortalece y nos rodea de personas que nos animan a seguir adelante.
Grande es, oh Dios, tu fidelidad. Deja que tu Espíritu Santo haga su buena obra en nosotros y ayúdanos a ser fieles en nuestros pensamientos, palabras y obras. En Jesucristo. Amén.