Romanos 6:1-14
UNA PUERTA CERRADA
“¿Qué diremos entonces? ¿Vamos a seguir pecando para que Dios se muestre aún más bondadoso?”
Romanos 6:1
El apóstol Pablo aborda una pregunta que muchos creyentes podrían plantearse: “¿Vamos a seguir pecando para que Dios se muestre aún más bondadoso?”. Algunos cristianos con una actitud libertina desearían justificar tal idea, confiando en que la abundancia de la gracia de Dios excusa una vida descuidada en santidad y crecimiento espiritual. Sin embargo, la respuesta del apóstol es contundente: “¡Claro que no!”.
La gracia de Dios no solo nos libera del pecado, sino también de pecar. Al aceptar a Cristo como nuestro Salvador personal, único y suficiente, quedamos unidos a él, vivos para Dios y muertos al pecado. Por medio de nuestra conversión y el bautismo, cerramos la puerta a la vieja vida sin Dios y entramos en una nueva vida llena de propósito y esperanza en Cristo Jesús.
Antes de caer en el pecado, es fundamental recordar quién eres: un hijo o una hija de Dios, comprado con la sangre preciosa de Cristo. No hay vuelta atrás; perteneces a Él. Como hijos de Dios, estamos llamados a vivir de acuerdo con esa identidad, reflejando su amor y santidad. Por eso, es valioso recordarte siempre: "Soy una nueva persona en Cristo, y solo por la gracia de Dios, con la ayuda del Espíritu Santo, me esfuerzo por vivir como un verdadero hijo de Dios". Este recordatorio no solo nos fortalece, sino que también nos impulsa a caminar en obediencia y gratitud.
Señor, en esta hora te busco, reconociendo que solo no puedo vivir como un verdadero hijo tuyo. Ayúdame a vivir como lo que soy, una nueva persona en Cristo. En su nombre, amén.