03 de noviembre del 2024
Génesis 3:1-11, 22-24
EL PARAÍSO PERDIDO
“Por eso Dios el Señor sacó al hombre del jardín de Edén, y lo puso a trabajar la tierra de la cual había sido formado”. Génesis 3:23
No sé qué tan frecuentes sean las noticias de huracanes, tornados e incendios forestales por donde usted vive. Es doloroso escuchar de los desastres que producen a su paso y que dejan sin techo a muchas personas cuyas casas y ciudades destruyen. Si perdemos nuestro hogar, perdemos no sólo un lugar para vivir sino también un sentido de seguridad y pertenencia. El primer hogar del ser humano se perdió a causa de la caída en el pecado. El diablo tentó a Adán y Eva con la falsa promesa de que podían decidir mejor por sí mismos sin tener que escuchar a Dios. Pero eso era mentira, y la caída de nuestros primeros padres en pecado es el motivo del juicio y muerte que pesa sobre todos nosotros. Como resultado, la humanidad ahora se encuentra sin hogar y no podemos regresar por nuestra cuenta a la seguridad de la presencia de Dios. Nuestra lucha contra los efectos del pecado sigue presente. En este mundo estamos separados de Dios, y aun nuestros mejores esfuerzos humanos no logran reparar las relaciones rotas o crear el paraíso que anhelamos. Pero Dios no ha terminado con nosotros. Él bondadosamente nos sustenta para que podamos sobrevivir lejos de casa. Por eso, su pregunta: “¿Dónde estás?”, nos da la oportunidad de reconocer nuestra falta de hogar y de seguir el camino para regresar a casa por medio de su Hijo, Jesucristo.
Amado Dios, solo tú puedes darnos la seguridad y pertenencia que necesitamos. Ayúdanos a proclamarlo a quienes necesitan un hogar terrenal. En Cristo, te lo pedimos. Amén.
En algún momento de nuestras vidas, muchos de nosotros hemos tenido la oportunidad de salir de viaje, aunque sólo fuera por un día o dos. Algunos, hemos salido de casa para estudiar o para buscar trabajo. Puede que nuestro tiempo fuera estuviera planeado y nos diera mucha alegria. Otras veces, sin embargo, nuestros viajes pueden ser imprevistos y estresantes. Nuestros viajes pueden estar provocados por acontecimientos que nos impulsan o incluso nos obligan a ir a buscar un nuevo hogar. En cualquier caso, necesitamos saber que al final del camino hay un lugar al que podemos pertenecer, un lugar al que podemos llamar hogar. La vida cristiana es así . A veces podemos viajar tranquilamente, dsifrutando de las bendiciones de la comodidad y la alegría que Cristo trae. Otras veces podemos sentirnos exigidos, desafiados e incluso desarraigados en nuestra vida espiritual. Aunque los desafíos pueden ayudarnos a crecer en la fe, necesitamos saber que a lo largo del camino Dios está siempre con nosotros. Afortunadamente, el Dios que nos llama a tener fe en su Hijo, Jesucristo, siempre cuida de nosotros, prometiendo no dejarnos ni abandonarnos jamás. Este es el Dios de la gracia y el perdón, que nos llena de su Espíritu y nos acoge para que disfrutemos de la vida en su presencia, dándonos un lugar al que llamar hogar dondequiera que estemos. Este mes vamos a reflexionar sobre estas cosas mientras exploramos algunos pasajes de la biblia sobre el hogar.
Joel vande Werken
Ha sido pastor desde el año 2007, sirviendo en iglesias en Sussex, nueva jersey y en Whitinsville, Massachusetts. Él y su esposa, Brandie, tienen cuatro hijos pequeños.