Rut 1:1-22
NOEMÍ Y RUT: MENTORA NO INTENCIONAL
“Pero Rut le contestó: —¡No me pidas que te deje y que me separe de ti! Iré a donde tú vayas, y viviré donde tú vivas. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios será mi Dios”.
Rut 1:16
A veces, también se puede ser mentor de alguien sin siquiera proponérselo. Incluso, puede darse el caso que intentemos evitar influir o estar con alguien a toda costa y, aun así, dejar una huella profunda en esa persona. Así ocurre con Nohemí, una israelita que vivió en tierra extranjera en el tiempo de los jueces. Allí sufrió la abrumadora pérdida de su marido y sus hijos y eso la obligó a emprender el camino de regreso a su tierra. Ella se describe como una persona amargada y vacía, y por lo mismo, no se veía a sí misma como una mentora digna de sus nueras.
Lo que este relato nos muestra es que sus nueras sentían un fuerte apego hacia Noemí. Cuando ella las anima a que no la acompañen a su tierra natal, estas jóvenes le declaran su lealtad: “¡Nosotras volveremos contigo a tu país!”. Noemí les explica que en su tierra natal no hay prácticamente ninguna esperanza de que formen una nueva familia. Mientras que Orfa se despidió, Rut no se deja convencer de abandonar a Noemí. “Tu pueblo será mi pueblo y tu Dios mi Dios”, dice Rut con mucha seguridad.
Nunca sabemos qué influencia pueden tener nuestras palabras y acciones en la vida de los demás, incluso si nos sentimos vacíos. Nuestra vida es un ejemplo para los demás de cómo es el cristianismo, sea que elijamos ser mentores o no. ¿Qué verán los demás al relacionarse contigo?
Señor, danos el valor de dar un ejemplo piadoso para que otros lo sigan. Concede que otros te vean a través del amor que compartimos. En el nombre de Jesús, Amén.