Santiago 2:1-13
DIGA “NO” A LA DISCRIMINACIÓN
“Ustedes, hermanos míos, que creen en nuestro glorioso Señor Jesucristo, no deben hacer discriminaciones entre una persona y otra”.
Santiago 2:1
¿Qué piensa usted del favoritismo y la discriminación? Según las estadísticas, es muy probable que en algún momento de su vida haya experimentado un trato desigual. Es algo que puede manifestarse incluso en las familias, donde tristemente algunos padres muestran preferencias hacia ciertos hijos, o viceversa. También es algo común en la escuela, el trabajo, los equipos deportivos y en la sociedad en general.
Para el apóstol Santiago, esta no es una cuestión menor en la vida cristiana. Nuestra fe en el Señor Jesucristo debe reflejarse claramente en la forma en que tratamos a los demás. Deshonramos su nombre cuando, en nuestras reuniones, hacemos distinciones o mostramos favoritismos hacia ciertas personas. El ejemplo que él presenta, donde se favorece a un rico por encima de un pobre, es contundente y revelador.
¿Le resulta familiar? Con ciertos matices, este es un cuadro común en algunas iglesias. A menudo, nos sentimos inclinados a honrar a las personas pudientes mientras menospreciamos a quienes carecen de recursos. Esta actitud, sin embargo, contradice los principios fundamentales de nuestra fe cristiana. Para quienes creemos en un Señor glorioso, no podemos permitir que un anillo de oro o una vestimenta lujosa opaquen su resplandor. Estamos llamados a tratar con imparcialidad a todas las personas, sin importar si son ricas o pobres.
Te pedimos, perdón, oh Dios, porque aun hacemos distinciones en nuestras reuniones. Te rogamos que nos ayudes a mostrar el carácter de Cristo a todos. En su nombre oramos, amén.