1 Corintios 11:17-34
¡NO SE ADELANTEN!
“Así que, hermanos míos, cuando se reúnan para comer, espérense unos a otros”.
1 Corintios 11:33
La iglesia de Corinto, muy parecida a nuestras iglesias de hoy, enfrentaba divisiones. En aquella iglesia, ni siquiera esperaban a que todos se reunieran antes de tomar la comunión. La celebración de la Cena del Señor podría haber sido un momento unificador para ellos, compartiendo juntos la bendición de haber sido salvados a través del cuerpo y la sangre de Cristo. En cambio, la mesa del Señor se convirtió en un símbolo de codicia y egoísmo.
Nosotros somos víctimas de las mismas actitudes del “yo primero”. En las familias, que son el regalo de Dios para desarrollar relaciones profundas, encontramos amargura y divisiones. Discutimos por cuestiones insignificantes y manipulamos las cosas a nuestro favor. Tenemos mucho en común con la iglesia de Corinto. ¿Qué vería Cristo si visitara tu familia o tu iglesia? ¿Son una comunidad que se preocupa por los demás, o sólo se ocupa de sus propias necesidades?
Somos perdonados por la gracia de Cristo. No hay nada que podamos hacer para ganarnos el amor de Dios: él nos lo da de forma gratuita. Y siendo un pueblo recibido por Dios, Pablo nos dice que vivamos como el pueblo redimido que ahora somos. Reúnanse y adoren juntos, dice Pablo, pero no de forma egoísta. Seamos una comunidad que se cuide mutuamente. Miremos más allá de nuestras propias necesidades, a las necesidades de los demás.
Señor, enséñanos a preocuparnos los unos por los otros. Danos el valor de dejar a un lado nuestras propias agendas y poner a los demás en primer lugar. En el nombre Cristo, Amén.