Deuteronomio 6:20-25
USTED Y SUS HIJOS
“Mañana cuando te preguntare tu hijo,... entonces dirás a tu hijo…” Deuteronomio 6:20-21
Pocos padres se atreverían a negar que hay una brecha generacional entre ellos y sus hijos. La mayoría dice que los jóvenes quieren ser diferentes de sus padres, especialmente cuando comienzan a fijarse en los defectos de sus progenitores. Como resultado, los niños tienden a seguir la música, las modas y las formas de pensar que predominan en su propia generación. Algunas personas argumentan que los jóvenes no necesitan prestar atención a los consejos de sus padres. El futuro es de ellos; los viejos ya han tenido su oportunidad. El pasado es pasado, con sus tradiciones sofocantes.
Pero la creatividad juvenil no siempre implica sabiduría. A pesar de todas las diferencias entre ancianos y jóvenes, hay algo que nos une: nuestra esclavitud al pecado. Esto es algo que tienta a los jóvenes a creer que solo ellos tienen las respuestas a las preguntas y problemas de la vida. Pero cuando sean mayores, se darán cuenta que cometieron errores, al igual que la anterior generación.
Por eso es que este discurso de Moisés es una buena noticia. Habla de la semejanza que une a ancianos y jóvenes, las maravillas que Dios hizo por su pueblo, en Egipto y, en última instancia, en la cruz de Cristo. Ayudar a nuestros hijos a ver lo que realmente nos une, hace que las otras diferencias sean más fáciles de sobrellevar.
Señor, ayuda a las generaciones mayores a mostrar a los más jóvenes las maravillas de tu gracia y tu justicia. En el nombre de Jesús, amén.