Lucas 9:28-36
NUESTRO PRIVILEGIO PRESENTE
“Jesús subió a un cerro… acompañado de Pedro, Santiago y Juan. Mientras oraba, el aspecto de su cara cambió, y su ropa se volvió muy blanca y brillante”.
Lucas 9:28-29
¡Vaya trío! Tome nota porque es la única vez que estarían juntos aquí sobre la tierra. No, no me refiero a Pedro, Santiago y Juan. Hablo de Jesús, Moisés y Elías. Estaban allí, en una reunión cumbre, hablando como viejos amigos, porque lo son. ¿El tema? “Hablaban de la partida de Jesús de este mundo, que iba a tener lugar en Jerusalén” (v. 31).
Lo que destaca el pasaje es la atmósfera del momento: Jesús, al igual que Moisés y Elías, rodeados de esa gloria que se hará patente cuando estemos en…gloria. Es una experiencia única, irrepetible, pero faltaba algo más. Cuando Moisés y Elías desaparecen, Dios mismo hace acto de presencia desde una nube para declarar: “Este es mi Hijo amado; a él oíd” (v. 35). ¿Cuál es el núcleo de la plática y el mensaje del cielo? Jesús, el Hijo de Dios.
Hay mucha gente que suspira por una experiencia como ésta. Hay incluso algunos que afirman haber vivido algo parecido al hacer un viaje al cielo, y hasta han escrito acerca de esto. Es sorprendente porque los discípulos no hablaron del asunto por muchos días. Y si revisamos sus cartas, solo Pedro lo menciona de manera casual (2 Pedro 1:17). Lo más importante para nosotros es hablar de Cristo, como el Hijo de Dios, y del significado de su muerte en la cruz. Así estaremos en sintonía con lo que es el mensaje central de la Escritura.
Padre, ayúdame a hablar de tu Hijo, de una manera que glorifique su persona y enaltezca su obra. Te lo pido en su nombre, amén.