30 de septiembre del 2021
Apocalipsis 22:1-9; 16-21
INMERSO
“En medio de la calle principal de la ciudad y a cada lado del río, crecía el árbol de la vida…”
Apocalipsis 22:2
Aquí tenemos dos imágenes muy similares de un río que fluye de Dios, y a cada lado del río los árboles dan frutos todos los meses. La imagen en Apocalipsis es un recordatorio y una culminación de la visión de Ezequiel de la ciudad llamada “El Señor está aquí”, en la que las aguas de la vida y el árbol de la vida se mezclan.
Observe que el árbol de la vida ya no es un solo árbol, sino muchos árboles a ambos lados del río, como si todos los momentos llenos de esperanza a lo largo del camino estuvieran reunidos en un huerto de esperanza. Las personas que caminan en “La ciudad jardín”, no solo está rodeada, sino que está sumergida en la presencia de Dios, sana y reunida alrededor del trono, con gratitud y asombro por todo lo que Dios ha hecho. El objetivo de todo esto es deleitarse en la presencia de Dios y cantar cuán asombroso es que al final, todo saldrá bien. Puede ser difícil hoy, muy difícil para algunos de nosotros, pero cuando lo imaginamos en oración, comenzamos a experimentar el gozo del cielo, mientras anhelamos vivir en la “ciudad jardín” perfecta, donde podemos conocer y disfrutar a Dios.
¿Estás preparado ya para gozar de esta ciudad? ¿Eres parte de aquellos a quienes se les ha concedido que asistan a la gran fiesta de Dios? Que “la gracia del Señor Jesús sea con el pueblo de Dios. Amén”.
Oh, Dios, haz que esta visión de esperanza y paz cobre vida en nosotros. Acompáñanos hasta ese día en que te veremos cara a cara. En Cristo, oramos. Amén.
Árboles. Probablemente haya alguno que signifique algo importante en su vida. O tal vez en la vida de su país. De cualquier forma, la historia de la humanidad, tal y como la Biblia la cuenta, gira alrededor de muchos árboles que nos ayudan a comprender el carácter y la obra de Dios a lo largo de la historia. Nuestra tragedia comienza con la desobediencia al mandato de Dios de no comer de un árbol. En la consumación, Dios nos reitera su amor y constancia al permitirnos comer del fruto del árbol de la vida. Pero en el centro de toda esa historia, la madera de otro árbol sirvió de instrumento para que Jesús ofreciera su vida por nosotros, y, de ese modo, hacer posible la redención de su pueblo. Espero que los devocionales de este mes que nos hablarán de esos y otros árboles, sirvan de edificación para sus vidas.
Julia Prins Vanderveen
Julia Prins Vanderveen trabaja y vive en Vancouver, con su esposo, Trevor, y sus tres hijos. Julia ha servido junto con Trevor en la Iglesia en su ciudad, y trabaja como maestra de humanidades en una escuela cristiana.