Juan 14:1-6
EL MEJOR LUGAR DE REENCUENTRO
“En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros”.
Juan 14:2
Seguramente ha escuchado de familias que se han tenido que despedir de sus seres queridos sin saber si volverán a verlos. ¿Puede imaginar el dolor de verse obligado a decir adiós a un ser amado sin poder hacerlo siquiera con un beso, un abrazo, o de decirle, “te amo” por última vez? Algo así parte el corazón, pero es todavía más preocupante que mucha gente no albergue la esperanza de un reencuentro feliz después de esta vida. No tienen una certeza de que esto sea posible. Para ellos la muerte aún tiene la última palabra.
Los creyentes no somos inmunes al dolor y la tristeza. Somos humanos y la enfermedad, la muerte y la separación, realidades muy humanas, también hacen efecto en nuestros corazones. Por eso cuando el Señor anunció a sus discípulos su partida de este mundo, la noticia les cayó como un balde de agua fría. Para reanimarlos Jesús les habló de la excelencia de la gloria celestial que Dios tiene preparada para sus hijos.
Jesucristo habla de un lugar que él conoce muy bien, y que es el mejor lugar para un reencuentro: “en la casa de mi Padre muchas moradas hay”. Él se refiere a las moradas celestiales, el lugar de habitación de su Padre, un lugar real, y no el producto de la imaginación. Y tú y yo también tenemos la oportunidad de encontrarnos con él allí un día.
Padre celestial, gracias por consolar nuestros corazones y ofrecernos una esperanza al partir de este mundo. En el nombre de Jesús, Amén.