Juan 3:16-21
AMOR INMENSURABLE
“Pues Dios amó tanto al mundo, que dio a su Hijo único, para que todo aquel que cree en él no muera...” Juan 3:16
Este versículo es llamado con justicia el evangelio en miniatura. Contiene, en suma, las verdades esenciales de la fe cristiana. Nos habla del maravilloso amor de Dios. Ese amor es infinito, inmensurable e incomparable. Dios amó a aquellos que no lo amaban. Buscó a aquellos que preferían darle la espalda. Amó con una medida nunca antes vista. Su amor es eterno, pues precede la creación de la persona amada. Su amor es infinito porque fue hasta las últimas consecuencias para demostrarlo.
Dios nos amó al grado de darnos todo: darnos a su hijo único. Lo dio no para ser honrado entre nosotros, sino para morir por nosotros. Lo dio no porque sabía que lo coronaríamos de honra, sino a pesar de saber que él sería crucificado por manos de inicuos.
El amor de Dios es inmensurable también, por causa de su sublime propósito: librarnos de la condenación y darnos la vida eterna. Librarnos del infierno y darnos el cielo. Librarnos de los tormentos y los horrores eternos y darnos las delicias y las bienaventuranzas eternas. El amor de Dios, que no puede ser descrito exhaustivamente en palabras, fue esculpido visiblemente en la cruz, la cruz de su Hijo. Ese amor exige una respuesta. Muchos lo rechazan por incredulidad para su perdición; otros lo reciben, creyendo en el unigénito hijo de Dios para su salvación.
Gracias, Padre, por darnos la salvación a través del sacrificio de tu hijo, gracias por que podemos ver tu amor en nuestras vidas. Amén.